Fijación de fracturas de mano

Las fracturas de mano son frecuentes y suelen producirse por diversos traumatismos, desde accidentes a lesiones deportivas. A pesar de la alta frecuencia de estas lesiones, muchas fracturas de mano pueden tratarse eficazmente con tratamientos no quirúrgicos como férulas o yesos. Sin embargo, algunas fracturas, especialmente las que presentan deformidades importantes, fracturas desplazadas o lesiones óseas múltiples, pueden requerir una intervención quirúrgica para restablecer la función y evitar complicaciones. En este artículo analizaremos en detalle las fracturas de mano, centrándonos en sus tipos, causas, diagnóstico y las diversas técnicas de fijación utilizadas para tratarlas.

Comprender las fracturas de mano

La mano está formada por numerosos huesos pequeños, como las falanges (huesos de los dedos) y los metacarpianos (huesos de la palma). Estos huesos son vulnerables a las fracturas debido a su posición expuesta y a las fuerzas que se ejercen sobre ellos durante diversas actividades. Una fractura en la mano puede producirse por un traumatismo directo, caídas o incluso esfuerzos repetitivos. Por ejemplo, las «fracturas del boxeador» suelen afectar al quinto metacarpiano, y suelen producirse al golpear un objeto duro con el puño cerrado.

Diagnóstico de las fracturas de mano

El diagnóstico de las fracturas de mano implica una evaluación clínica exhaustiva y estudios de imagen. Una historia detallada de la lesión, incluido el mecanismo del traumatismo, es esencial para determinar el mejor enfoque terapéutico. La exploración física se centra en evaluar la integridad de la piel, detectar hematomas, hinchazón y deformidades, y evaluar el estado neurovascular de la mano afectada. Las radiografías son la herramienta diagnóstica más habitual y proporcionan información crucial sobre la localización, el desplazamiento y el tipo de fractura. Para evaluar las lesiones de tejidos blandos o las fracturas patológicas se utilizan técnicas de imagen avanzadas, como la resonancia magnética.

Tratamiento no quirúrgico de las fracturas de mano

La mayoría de las fracturas simples de mano, como las no desplazadas o las estables, pueden tratarse sin cirugía. El enfoque general del tratamiento no quirúrgico consiste en la inmovilización mediante férulas o yesos para permitir que el hueso cicatrice adecuadamente. Las lesiones de los tejidos blandos, que suelen acompañar a las fracturas, requieren una atención cuidadosa para evitar complicaciones como la rigidez, que puede ser más debilitante que la propia fractura.

Para las fracturas leves, se suele utilizar una férula dorsal que mantiene la muñeca en ligera extensión y los dedos en una posición segura y funcional. El objetivo principal es evitar el movimiento excesivo al tiempo que se estimula el proceso de curación. Para las fracturas que no requieren cirugía, es importante una rehabilitación que implique una movilización precoz de las articulaciones no lesionadas (como el antebrazo y el codo) para evitar la rigidez.

Tratamiento quirúrgico de las fracturas de mano

Aunque muchas fracturas de mano se curan con tratamiento conservador, en algunos casos es necesaria la intervención quirúrgica. La cirugía está indicada cuando las fracturas no pueden reducirse adecuadamente por medios no quirúrgicos, cuando están afectados varios huesos o cuando existe una deformidad o afectación articular importante. El objetivo de las técnicas quirúrgicas es restaurar la anatomía del hueso, estabilizar la fractura y permitir el movimiento precoz para minimizar la rigidez.

1. Técnicas de fijación para fracturas de mano

La elección de la técnica de fijación depende del tipo y la localización de la fractura, así como de las necesidades individuales del paciente. A continuación se indican algunos de los métodos de fijación más utilizados:

Agujas de Kirschner (agujas de Kirschner): Las agujas de Kirschner son clavos finos y afilados que se utilizan habitualmente para la fijación interna de fracturas de mano. Ofrecen varias ventajas, como la facilidad de inserción, la mínima alteración de las partes blandas y un coste relativamente bajo. Las agujas de Kirschner son especialmente útiles en fracturas no conminutas y pueden retirarse una vez que se ha producido la consolidación. Sin embargo, las agujas de Kirschner no proporcionan compresión en el foco de la fractura, por lo que pueden no ser adecuadas para todos los tipos de fracturas. Pueden utilizarse en configuraciones como las agujas cruzadas, la fijación intramedular o las bandas de tensión para aumentar su estabilidad.

Construcciones de placas y tornillos: Los sistemas de placas, tanto de bloqueo como de no bloqueo, se utilizan a menudo para fracturas más complejas, especialmente las que afectan a los metacarpianos o las falanges. Estas construcciones proporcionan una fijación rígida y son muy estables, por lo que son ideales para fracturas con un desplazamiento significativo. Aunque requieren técnicas quirúrgicas más invasivas, la fijación con placas y tornillos permite una rehabilitación más rápida y se prefieren cuando es necesaria una fijación fuerte y estable.

Lag Screws: La fijación con tirafondos se utiliza habitualmente en fracturas oblicuas largas o fracturas articulares. La técnica consiste en taladrar un orificio en el fragmento cercano que coincida con el diámetro exterior del tornillo, asegurándose de que el tornillo encaje únicamente en el fragmento lejano, lo que da lugar a una compresión a través de la fractura. Este método es especialmente eficaz para proporcionar una fuerte compresión, que es esencial para la consolidación de la fractura.

Fijación intramedular: La fijación intramedular consiste en colocar un clavo o una varilla dentro del hueso para estabilizar la fractura. Esta técnica es ideal para las fracturas transversales de la diáfisis (vástago del hueso) y puede realizarse por vía percutánea para minimizar el daño a los tejidos blandos. Aunque la fijación intramedular proporciona una estabilización adecuada, es posible que no resista las fuerzas de rotación con la misma eficacia que las construcciones de placas y tornillos, por lo que requiere una supervisión cuidadosa durante la curación.

Cableado interóseo: El alambrado interóseo consiste en utilizar alambres finos para aplicar compresión en el foco de la fractura. Esta técnica se utiliza a menudo en fracturas que no pueden fijarse con agujas de Kirschner o tornillos, especialmente en fracturas transversales de las falanges. El alambre se coloca a través del hueso en una configuración en forma de ocho, lo que permite aplicar bandas de tensión y aumentar la estabilidad.

Cuidados postoperatorios y rehabilitación

Una vez tratada una fractura de mano con fijación, los cuidados postoperatorios son cruciales para garantizar una curación adecuada y restablecer la función. Esto implica un control regular del foco de la fractura mediante citas de seguimiento y radiografías para evaluar la curación. Se puede aconsejar a los pacientes que limiten el movimiento de la mano durante la fase inicial de recuperación para evitar desplazamientos. La fisioterapia es un componente esencial de la rehabilitación, que se centra en restaurar la amplitud de movimiento y la fuerza de la mano lesionada.

En los casos de fracturas más graves o que requieran intervención quirúrgica, la rehabilitación puede consistir en el entablillado, seguido de una movilización gradual para evitar la rigidez. También debe informarse a los pacientes de la importancia de seguir el programa de rehabilitación para evitar complicaciones como la rigidez articular o las contracturas tendinosas.

Conclusión

Las fracturas de mano, aunque frecuentes, pueden afectar significativamente a la función diaria si no se tratan adecuadamente. Las técnicas de fijación quirúrgica, como las agujas de Kirschner, las placas, los tornillos y los tirafondos, desempeñan un papel esencial en el tratamiento de las fracturas más complejas o con un desplazamiento significativo. Comprender la biomecánica de la fijación puede ayudar a los clínicos a elegir el método de tratamiento más adecuado, garantizando unos resultados óptimos para los pacientes. Con un tratamiento y una rehabilitación adecuados, la mayoría de los pacientes pueden recuperar la función normal de la mano y volver a sus actividades cotidianas.