La artrodesis de Lapidus es un procedimiento quirúrgico utilizado principalmente para tratar las deformidades del hallux valgus (HV), especialmente cuando otros métodos no han resultado eficaces. El procedimiento consiste en la fusión de la primera articulación tarsometatarsiana (TMT-I), que conecta el primer hueso metatarsiano con el hueso cuneiforme medial del pie. Esta operación es especialmente eficaz para tratar los casos moderados a graves de hallux valgus, una afección en la que el dedo gordo del pie se desvía hacia dentro, causando molestias y desalineación.
¿Qué es la artrodesis lapidaria?
La artrodesis de Lapidus suele recomendarse cuando existe hipermovilidad (movimiento excesivo) en la articulación TMT-I, que contribuye a la inestabilidad del primer metatarsiano. Esta hipermovilidad puede provocar una desalineación, causando problemas como juanetes, dolor en el dedo gordo y dificultad para caminar. En estos casos, se realiza una fusión de la articulación para estabilizarla, reduciendo así el dolor y corrigiendo la deformidad.
Historia de la artrodesis de Lapidus
La técnica fue descrita por primera vez por el Dr. Paul Lapidus en 1934 como una forma de tratar las deformidades del hallux valgus con una articulación metatarso-falángica. Con el tiempo, el método evolucionó y, en 1979, Hansen reintrodujo el procedimiento, perfeccionándolo para obtener mejores resultados. Hoy en día se siguen empleando variaciones modernas del procedimiento, con modificaciones que mejoran los resultados, como mejores técnicas de fijación y menores tasas de complicaciones.
Indicaciones de la artrodesis lapidaria
La artrodesis de Lapidus suele recomendarse a pacientes con deformidades del hallux valgus de moderadas a graves. Estas deformidades se diagnostican basándose en el ángulo entre el primer y el segundo metatarsiano (ángulo intermetatarsiano, IMA) y el ángulo del dedo gordo (ángulo hallux valgus, HVA). Si el IMA supera los 16-20° y el HVA supera los 31-40°, se considera al paciente para este procedimiento. En los casos más graves, estos ángulos pueden superar los 40° y 20°, respectivamente. Además, se considera para pacientes en los que han fracasado otros tratamientos no quirúrgicos, como la ortesis o el acolchado.
Diagnóstico preoperatorio
Antes de llevar a cabo el procedimiento, es necesario realizar una evaluación exhaustiva del estado del paciente. Esto incluye una historia clínica detallada, una exploración física y estudios de imagen. Las radiografías (rayos X) del pie son esenciales para medir los ángulos IMA y HVA. En ocasiones, pueden utilizarse técnicas de imagen avanzadas como la resonancia magnética o la tomografía computarizada para evaluar cualquier degeneración articular subyacente. La puntuación de Beighton, que ayuda a determinar la hipermovilidad general del paciente, también es útil para seleccionar a los candidatos adecuados para la intervención.
Técnica quirúrgica
La intervención suele realizarse bajo anestesia general, con el paciente en decúbito supino. Se utiliza un torniquete neumático para minimizar el flujo sanguíneo a la zona. El cirujano realiza pequeñas incisiones en la cara medial del pie, lo que permite acceder a la articulación TMT-I. A menudo se emplea la artroscopia, una técnica mínimamente invasiva, para reducir la cantidad de tejido y extracción ósea necesaria. Las superficies articulares se preparan para la fusión eliminando el cartílago articular y realizando una microfractura del hueso subyacente. Una vez preparadas las superficies, el primer metatarsiano se coloca en la alineación correcta y se estabiliza mediante tornillos o placas.
En algunos casos, pueden ser necesarios procedimientos adicionales para corregir otras deformidades o estabilizar más la articulación. Esto puede incluir una liberación medial de los tejidos blandos o el reposicionamiento de los sesamoideos, pequeños huesos que ayudan en el movimiento del dedo gordo. Una vez preparado y estabilizado el lugar de la fusión, se deja que la articulación cicatrice.
Cuidados postoperatorios
Tras la intervención, el paciente deberá llevar una escayola o una bota para proteger el pie y garantizar una cicatrización adecuada. Por lo general, es necesario no soportar peso durante varias semanas para evitar que los huesos en proceso de cicatrización sufran tensiones. Se realizan radiografías para garantizar que la articulación se fusiona correctamente. En la mayoría de los casos, los pacientes pueden empezar a soportar peso parcial al cabo de 6-8 semanas, y pueden soportar peso total al cabo de 12 semanas aproximadamente.
La fisioterapia también es una parte importante de la recuperación. Ayuda a recuperar la movilidad del pie y el tobillo, mejorar la fuerza y reducir la hinchazón. En algunos casos, los pacientes pueden experimentar hinchazón o molestias prolongadas, que pueden tratarse con medicación adecuada y reposo.
Resultados y complicaciones
Los resultados de la artrodesis de Lapidus suelen ser buenos, y la mayoría de los pacientes experimentan un alivio significativo del dolor y una mejora de la función del pie. Sin embargo, como todas las intervenciones quirúrgicas, existen riesgos y complicaciones potenciales. Una de las complicaciones más frecuentes es la no unión, en la que los huesos no se fusionan correctamente. Esto puede ocurrir hasta en un 10% de los casos, aunque los avances en las técnicas quirúrgicas han reducido la incidencia.
Otras complicaciones potenciales son:
- Metatarsalgia de transferencia (dolor en los otros metatarsianos)
- Recidiva del hallux valgus
- Lesión de los tejidos blandos circundantes
- Complicaciones relacionadas con el hardware, como irritación o aflojamiento de los tornillos.
- Resultados a largo plazo
El éxito a largo plazo de la intervención depende de varios factores, como el estado general de salud del paciente, el cumplimiento de las instrucciones postoperatorias y la presencia de otras deformidades del pie. Los estudios demuestran que los resultados de la artrodesis de Lapidus se mantienen estables durante muchos años, con una baja tasa de reaparición del hallux valgus o de complicaciones tras el primer año de recuperación.
Los pacientes que se someten a la intervención suelen manifestar un alto grado de satisfacción, especialmente los que tenían mucho dolor o dificultades para caminar antes de la cirugía. Muchos pueden reanudar sus actividades cotidianas, y algunos incluso recuperan la capacidad de practicar deporte, aunque en el caso de los atletas esto puede llevar más tiempo.
Conclusión
La artrodesis de Lapidus es una opción quirúrgica muy eficaz para tratar el hallux valgus, sobre todo en casos de deformidad moderada a grave o inestabilidad articular. Aunque el procedimiento tiene una larga historia y un historial probado, los avances en las técnicas quirúrgicas y los cuidados postoperatorios lo han hecho aún más fiable y mínimamente invasivo. Los pacientes que son candidatos adecuados para esta intervención pueden esperar un alivio significativo del dolor y una mejora de la función del pie, lo que les permitirá retomar sus actividades normales con menos molestias.

Dr. Mo Athar